Es indudable: “Robar está mal”. Robar para donar
a los pobres, tal y cómo hacía Robin Hood, parece más heroico y está mucho más
aceptado éticamente. Sin embargo, es muy común pensar también que el fin no justifica los
medios.
El problema surge cuando la realidad es mucho
más compleja que en los tiempos de Hood y cuando el robo se ejerce mucho más sutil
y masivamente. Es difícil mantener ideas y valores que nos han inculcado desde
niños cuando quién está en el poder no los aplica.
La dictadura de los mercados y la clase política no están mostrando el ejemplo; esto nos lleva a estar familiarizados con el robo: ¿A caso un desahucio no es un robo? ¿A caso la corrupción no lo es? ¿Y la toma de control político de una cadena televisiva pagada por los ciudadanos? ¿O el hecho de hundir en la pobreza a los más desamparados como ya lo ha avisado un informe de la ONU? Desgraciadamente, la lista es larga… Esto sin contar todos los casos que desconocemos. Por el contrario, lo que sí sabemos es que España no es un ejemplo en materia de transparencia, y los ciudadanos no sabemos con exactitud cómo gestionan nuestro dinero las administraciones del país.
La dictadura de los mercados y la clase política no están mostrando el ejemplo; esto nos lleva a estar familiarizados con el robo: ¿A caso un desahucio no es un robo? ¿A caso la corrupción no lo es? ¿Y la toma de control político de una cadena televisiva pagada por los ciudadanos? ¿O el hecho de hundir en la pobreza a los más desamparados como ya lo ha avisado un informe de la ONU? Desgraciadamente, la lista es larga… Esto sin contar todos los casos que desconocemos. Por el contrario, lo que sí sabemos es que España no es un ejemplo en materia de transparencia, y los ciudadanos no sabemos con exactitud cómo gestionan nuestro dinero las administraciones del país.
Frente al robo masivo que llevan a cabo
quienes deberían dar el ejemplo, robar para reequilibrar la justicia social se
convierte casi en un imperativo, especialmente el robo de bienes de primera
necesidad, para la subsistencia de las personas más descuidadas por el Estado. A
este punto, molesta el uso de la palabra “robo” con toda la carga negativa que
conlleva, y hay quien ha optado por la expresión
“expropiación forzosa”, síntoma del malestar de nuestra sociedad. La idea es
sencilla: si el Estado se desentiende de la protección social que debe
garantizar a sus ciudadanos, la
solidaridad nace de los propios individuos que en algunos casos se protegen mutuamente.
Así ocurrió en Grecia cuando en 2008, grupos enmascarados
asaltaban tiendas y supermercados de los que robaban productos, para su
posterior distribución en las plazas a inmigrantes, desempleados y gente con
pocos recursos. Ahora en España, 200 militantes del Sindicato Andaluz de
Trabajadores (SAT) han salido de dos supermercados con nueve carros llenos de alimentos básicos , sin pagar, para donarlos a comedores sociales.
Estos actos son condenables, no muestran
ejemplaridad y están fuera de legalidad. Pero no se puede negar que han generado
un debate nacional: por fin los medios han dejado de hablar de la prima de
riesgo, por un momento, para ponerle rostro a la crisis, en este caso las
familias desamparadas en Andalucía.
Un presentador de Intereconomía le preguntó al
coordinador de los asaltos a supermercados, Juan Manuel Sánchez Gordillo (vídeo de la entrevista), qué
pasaría si la población le imitara y por consecuencia, tuvieran lugar una serie de robos masivos en tiendas.
Volvemos al problema de la ejemplaridad. Sin embargo, la pregunta es otra: ¿qué
ha provocado que lleguemos a estos extremos y por qué resolvemos así la
injusticia social? Quizás el principal motivo de estos hurtos es el de conseguir que la gente
se plantee las preguntas adecuadas, antes que el de dar comida a quién no tiene.
En cualquier caso, se trata de prácticas ilegales
que no solucionan el fondo del problema pero parece la manera más inmediata y
eficaz que estos activistas han encontrado como remedio ante la crisis, frente
a la pasividad de los gobernantes que en cuestión de meses descomponen el Estado del Bienestar y a la impunidad de quién manipula el dinero. El “remedio
Robin Hood”, por muy polémico que sea, fue una contestación a la desigualdad
social en el pasado y hoy en día, no parece caer en
desuso.
DECLARACIONES:
"Todos los días los supermercados tiran 5 veces más comida que la que nos llevamos"
"Lo que hemos hecho es señalar que la crisis tiene nombre y apellidos"
"Un gran robo es lo que han hecho con las preferentes"
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